Se detuvo en un suspiro a limpiar el sudor de su frente, justo en frente de nosotras. Preferí ignorarla, pues no estaba en condiciones de ayudarla -al menos eso pensaba yo. Diana iba molesta conmigo, pues la reunion a la que ibamos iniciaba hacia media hora. Yo me atrase en el baño, en mi desesperacion por huir del calor inhumano que azotaba la ciudad. Asi que pasamos de largo, tratando de ignorar la fuerte mirada que nos siguio poco tiempo después. Llegando a la parada desee con el alma que la señora cambiase de rumbo. Pero no todo lo que uno quiere es lo que obtiene, sino lo que Dios dispone -sabiduría de abuela. Ella bajó con gran esfuerzo el bulto que cargaba. Y me miraba fijamente -como quien repiensa el movimiento necesario: una invitacion a lo debido, a lo frecuentemente ignorado. Yo la miraba de reojo, mientras intentaba ignorar su presencia a media conversacion superficial con Diana. No pude más. Me ganó el alma, volví mi mirada hacia ella. Inmediatamente -pareciera que solo esperaba un gesto mio para echar la vergüenza fuera- dirigió su humilde dialecto hacia mi.
-Que bonita estas cipota!-me dijo. Sonreí ocultando mi sorpresa, admirando la profundidad de sus ojos, la negrura de sus pupilas. -Gracias señora. ¡Tan Linda!- dije, sonriendo a Diana esta vez. Un trascendente silencio consumió cualquier pensamiento previo de las palabras que calculaba pronunciar. Ella perdió su mirada en la calle de donde esperabamos ver venir el transporte colectivo. Suspiró profundo. -¡Este calor si esta bien fuerte usted... -Dudo un momento, ocultando sus negras pupilas en el suelo - A ver si los muchachos me quieren llevar por 15 centavitos...- susurro con verguenza fingida. La tarifa regular es de 25 centavos dentro de la ciudad, 34 a la capital. Ella suspiro de nuevo, esperando ahora mi respuesta, levantando su mirada del suelo, viendome de reojo con pícara intención. No esperaba, por su apariencia tan humilde, que tuviera suficiente para viajar hacia... ¿donde?
-Que bonita estas cipota!-me dijo. Sonreí ocultando mi sorpresa, admirando la profundidad de sus ojos, la negrura de sus pupilas. -Gracias señora. ¡Tan Linda!- dije, sonriendo a Diana esta vez. Un trascendente silencio consumió cualquier pensamiento previo de las palabras que calculaba pronunciar. Ella perdió su mirada en la calle de donde esperabamos ver venir el transporte colectivo. Suspiró profundo. -¡Este calor si esta bien fuerte usted... -Dudo un momento, ocultando sus negras pupilas en el suelo - A ver si los muchachos me quieren llevar por 15 centavitos...- susurro con verguenza fingida. La tarifa regular es de 25 centavos dentro de la ciudad, 34 a la capital. Ella suspiro de nuevo, esperando ahora mi respuesta, levantando su mirada del suelo, viendome de reojo con pícara intención. No esperaba, por su apariencia tan humilde, que tuviera suficiente para viajar hacia... ¿donde?
- Y a donde es que va pues señora?- pregunte a media sonrisa. -Ahi por la fabrica de pinturas... la que esta por la tienda de Celulares alla en el centro... es que fijese que yo no tengo hogar- dijo con remarcable tristeza, mas transparente y sincera que aguas de manantial. No pude entender su explicacion... la ubicacion inexacta de su destino. En ese momento importaba tan poco, al oir su historia. -Yo vivo sola cn una cipota. Mis hijos todos me dejaron sola. Yo tenia mi puestecito de vender, lo que pudiera pues! Tomates y cebollas. Pero fijese que nosotras somos afectadas del incendio que hubo alla en el centro, y el gobierno no nos ha ayudado! viera! Para el terremoto del 2001, yo vivia en un pueblo de alla por Ayutuxtepeque. Mi casita era de Adobe y se me cayo. Pero el alcalde nos ayudo. Ese señor si que es bueno! Nos construyeron una casita de madera y lamina. Pero con los vientos fuertes del huracan... Adrian era, o no se como se llamaba! Viera usted, que se nos cayo la casa! Entonces fue que nos vinimos para la capital con la cipota, y puse mi puestecito en el mercado. Pero viera usted, que la cipota que cuido... esta muchacha ya! pero es discapacitada. Tiene "cuto" el pie, no camina. Asi que no puede trabajar, y no es estudiada. Yo me las he rebuscado siempre por las dos -la señora suspiro con tal dolor que senti consumirme en el aire que exhalaba, no sabia que contenia mis lagrimas dentro de mis ojos aun... -pero vea que Dios nunca nos abandona. Asi que despues del incendio me he quedado sin puesto y sin pisto! Sin casa otra vez-Las dos a punto de llanto, escondiendo nuestra verdadera cara tras una mascara de diplomacia y pena.
-Y donde es que esta viviendo ahora? Esta en algun refugio o con otra gente? -pregunte esperanzada.
-Ay hija! Si en la calle es que andamos, pidiendo para comer! Pero encontrar comida no es tan dificil! El problema es donde sentar cabeza en las noches! Al principio nos quedamos en el corredor del mercado, ahi afuerita de donde vendimos un tempo. Despues en un mezon, pero nos cobraba muy caro. Y asi hemos andado, de lugar en lugar, y siempre nos van echando! Asi que ahora deje a la cipota ahi por la fabrica, pidiendo. Yo me vine a buscar abrigo. Pero viera cipota que no he encontrado mucho! Solo chirajitas llevo de lo que me han regalado las gentes de buen corazon! pero bueno, de algo van a servir... es que es un frio tremendo el que hace en la madrugada, y ya estoy vieja para esas andanzas.
No supe que decirle. Levante mi vista al cielo y rogue no sentir lastima por ella, poder hacer algo en vez de solo admirarla. Ya no podia seguir contemplando su rostro lleno de vivencias, de amargas heridas que no sanan ni con el paso del tiempo... ese tiempo que cruelmente ha marcado su rostro, su dignidad. Me senti dichosa, porque soy pobre, pero tengo todo y mas de lo que alguna vez pude haber pedido. Me senti indigna de tenerlo.. Me senti egoista, por no querer desprenderme de lo mio a pesar de saberla abandonada. Soy tan fragilmente humana! Y me digo propiamente cristiana! Pero soy parte del sistema que mantiene el equilibrio fuera del planeta.
No llevaba cartera. Y aunque la llevase tenia poco que ofrecerle. Pero debia callar mi conciencia. Dirigi la mirada a Diana, susurrandole al oido me prestase un dolar. Ella lo estaba buscando antes que se lo pidiera.
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